La
educación inclusiva no sólo respeta el derecho a ser diferente como algo
legítimo, sino que valora explícitamente la existencia de esa diversidad. Por
lo tanto, inclusión total significaría la apuesta por una escuela que acoge la
diversidad general, sin exclusión alguna, ni por motivos relativos a la
discriminación entre distintos tipos de necesidades, ni por motivos relativos a
las posibilidades que ofrece la escuela.
La integración, por su parte; se basa en la normalización de la vida del alumnado con necesidades educativas especiales para los que se habilitan determinados apoyos, recursos y profesionales. Propone adaptaciones curriculares como medidas de superación de las diferencias del alumnado con necesidades especiales; supone, conceptualmente, la existencia de una anterior separación o segregación. Una parte de la población escolar se encuentra fuera del sistema educacional regular y debe ser integrada en este. En este proceso, el sistema permanece más o menos intacto, mientras que quienes deben integrarse tienen la tarea de adaptarse a él.
Las principales herramientas entre estos dos conceptos son las que se reflejan en el siguiente cuadro:
La integración, por su parte; se basa en la normalización de la vida del alumnado con necesidades educativas especiales para los que se habilitan determinados apoyos, recursos y profesionales. Propone adaptaciones curriculares como medidas de superación de las diferencias del alumnado con necesidades especiales; supone, conceptualmente, la existencia de una anterior separación o segregación. Una parte de la población escolar se encuentra fuera del sistema educacional regular y debe ser integrada en este. En este proceso, el sistema permanece más o menos intacto, mientras que quienes deben integrarse tienen la tarea de adaptarse a él.
Las principales herramientas entre estos dos conceptos son las que se reflejan en el siguiente cuadro:
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